No sé si a
todos nos pasa lo mismo, pero lo cierto es que me invaden extrañas sensaciones
cuando me contemplo al cabo de los años en una vieja fotografía. Primero
la sorpresa ante
la juventud ya
perdida, pero luego algo más inquietante:
la sospecha de tener poco que ver ya con
aquella imagen del pasado, y que el tiempo ha ido alejando irremediablemente
del que ahora somos. Contemplamos a un desconocido. Algo parecido se nos antoja
le sucede al escritor cuando se topa con
viejos manuscritos de juventud
inacabados algunos, desechados otros y que milagrosamente no han terminado en
la papelera. ¿Escribí esto? imagino se preguntan algunos al toparse con esas
antiguas creaciones. En ese fortuito encuentro algunos en un acto de sensatez
destruirán lo encontrado, otros por nostalgia o cualquier otro inexplicable
motivo volverán a cometer el error de devolverlos al cajón donde los
encontraron, pensando con ingenuidad que allí permanecerán hasta el fin de
los tiempos. Digo todo esto a tenor de
una práctica vieja pero que observamos con preocupación que va camino de cronificarse,
cual es la de dar a la imprenta textos
de autores desaparecidos pero que
estos en vida descartaron publicarlos
por distintos motivos. No me refiero a aquellas obras perdidas
fortuitamente y que hicieron lamentarse a más de uno por tan tremenda pérdida -
que no se ven ya con fuerzas para reconstruir- pero que pasados los años alguien
por azar o una labor de investigación certera, logran rescatar para el público,
enriqueciendo el legado creativo de sus autores. No, me refiero a esos otros
textos que solo conoceremos por mediar la traición que llevaron a cabo herederos
de algunos legados literarios, publicando textos poco afortunados de autores
admirados y que nada aportaron ya, salvo quizás -a veces ni siquiera eso- unos
suculentos beneficios . A lo largo de estos últimos años, como les decía al
principio, han proliferado los casos
-para ser justos, unos más justificables
que otros- pero en todos saltando por encima
de la voluntad de sus autores –Hemingway, Verne, Huxley, Bolaño, etc.- que no
pueden hacer nada para evitarlo, salvo revolverse en el lugar allá donde quiera
que estén. Ramón Clavijo Provencio
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
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