viernes, 19 de octubre de 2018

UNA OBSESIÓN


Como no podía ser de otra manera, y es sobradamente conocido, son incontables las ediciones que a lo largo de los siglos la imprenta ha ido lanzando del “Ingenioso Don Quijote de la Mancha”, de D. Miguel de Cervantes, desde que saliera la primera en el año de1605 de los talleres de Juan de la Cuesta en Madrid, por cierto impreso muy descuidado y lleno de erratas que no impidió su rápido éxito. De todas ellas hay dos que tienen una especial vinculación con Jerez.  De la primera   yo escribía en el año 2015: “Ramón León Mainez, prácticamente ignorado por la historia oficial de la ciudad que le vio nacer, fue el  promotor de la primera edición jerezana del Quijote. Un proyecto ambicioso, tanto que de los dos volúmenes en edición de lujo que se componía el proyecto original, solo se llegó a publicar el primero en los talleres de la Litografía Jerezana en 1901” (Jerez y el Quijote. Ayuntamiento de Jerez, 2015). Esta edición, aunque es hoy día considerada una rareza y son pocos los particulares y bibliotecas que la posean, tenemos la suerte de contar con ella entre los fondos custodiados en la Biblioteca Municipal jerezana. Pero es la edición que saldría de los talleres de los Hermanos Jurado, en la plaza de Silos de Jerez, allá por la década de los cuarenta e ilustrada por Teodoro Miciano, la que ha sido una gran obsesión para muchos. El proyecto que finalizaría en 1967 -  cuatro volúmenes  ilustrados con 435 imágenes salidas del genio de Teodoro Miciano- ha sido desde entonces el santo Grial que han perseguido muchos obsesionados bibliófilos, coleccionistas, libreros  y bibliotecarios. De tiempo en tiempo se oferta a través de una librería de viejo, alguna edición, rara vez completa, por muchos miles de euros. En realidad tras editarse, en Jerez quedaron pocas colecciones completas de la obra, y hoy no tenemos constancia de que figure entre los fondos de alguna biblioteca de la ciudad. La Municipal de Jerez no posee tan preciada edición, también una obsesión para sus bibliotecarios entre los que me encuentro,  y que sin duda sería por muchas razones la guinda que enriquecería la ya magnífica colección de ediciones del Quijote que esta centenaria biblioteca conserva. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO   


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