sábado, 27 de octubre de 2018

EL FRACASO DE LOS PROFETAS


Me topé con el excelente y esclarecedor  artículo de Carles Geli –El País. 14 de octubre-, tomando el primer café de un domingo gris y antes de meterme en la ingrata tarea de reordenar mi biblioteca particular, algo que muy de vez en cuando hay que hacer, si no queremos vernos desbordados por los libros. Los libros en papel me refiero. No, el artículo de Geli no da consejos sobre esta tarea de ordenar bibliotecas privadas, aunque tiene mucho que ver con ello, pues nos recuerda que hace ahora diez años y en la gran Feria europea  del libro de Fráncfort, se puso fecha a la definitiva victoria del ebook o libro digital sobre el de soporte en papel: 2018. Pero mira por donde estamos en 2018, y es algo evidente que si el ebook campara a sus anchas como pronosticaba la profecía que nos recordaba Carles, yo no me  vería en la tesitura, como les decía más arriba, de pasar las horas que siguen tratando de dar un cierto orden a mi biblioteca, y  aplicar para dicha tarea los sabios consejos que atesorados  a lo largo de  años de experiencia,  nos han hecho llegar los admirados  Francisco Mendoza Díaz Maroto (“La Pasión por los libros”. Espasa), Anne Fadiman (“Ex Libris”. Alba editorial) o Jesús Marchamalo, cuyo delicioso libro “Tocar los libros” (Fórcola) siempre lo tengo a mano para estos menesteres. Es cierto que alrededor de 2008 el ascenso de los ebook parecía imparable sobre todo en el mercado editorial anglosajón donde –según los datos que aporta Carles Geli- llegaron a tocar un techo del 30% (hoy están por debajo de ese porcentaje). Era una época donde también esos datos estadísticos se traducían en imágenes cotidianas en las que el ebook parecía omnipresente. Y así los artilugios para su lectura estaban de moda, e incluso presenciamos con estupor una curiosa guerra entre los distintos modelos de ebook, o como  algunos conocidos mientras se pavoneaban de su adquisición, dejaban de visitar las librerías de toda la vida o hacían estragos en sus bibliotecas privadas en una furia por ganar espacios en sus domicilios no sabían muy bien para qué. Lo cierto es que los tiempos parecían condenar al papel. Era vencer o morir, o el libro en papel o el ebook, parecía no haber término medio. Hoy tener ebook y leer en digital no  parece un problema para al mismo tiempo disfrutar y poseer  libros en formato papel. En fin, he disfrutado del café y tras la lectura del artículo de Carles Geli, afronto la tarea de reordenar mi biblioteca con mejor ánimo mientras no dejo de pensar que los profetas, en esto de vaticinar la desaparición del libro en papel, llevan años errando el tiro. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO



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