viernes, 30 de junio de 2023

ATRACTIVO

“Por qué los hombres que leen son más atractivos que los que no lo hacen y son mejores parejas”, leo el artículo firmado por Ana Bretón y publicado en una revista dominical. Y de inmediato se lo enseño a mi mujer, y no tiene otra cosa que hacer que mirar la ilustración que acompaña al texto (un cuerpo de casi dos metros de insultantes músculos y juventud leyendo un libro, tirado en una tumbona, y en el que apenas se adivina el bañador). Los ojos de mi mujer iban a la ilustración y volvían a mí en ese gesto tan indiscreto como molesto de la comparación. “¡Qué fácil es hoy hacer un titular de un artículo!”, le escuché. Y acto seguido llamó a cónclave a la toda la familia. ¡Y otra vez el mismo proceso! Los ojos de mis hijos iban de la ilustración a mi cuerpo (les ahorro la descripción). Y después se queja la madre de a quién han salido estos niños. “¡Hombre! ¡Pá!”, sentenció mi hijo con un condescendiente golpecito en el hombro. Mi hija, más observadora y objetiva: “En algo se parece a ti, father. En cómo sujeta el libro”. Los tres se miraron y el silencio fue realmente humillante. Pero no habéis entendido nada, les dije. No se trata de que al leer un libro me convierta en el joven de la tumbona (gesto de decepción de mi mujer), sino que a buena parte de las mujeres los hombres que leen les resultan más atractivos. Es más, añadí en un desesperado intento de convencimiento, leed el subtítulo: “Ni el timbre de voz, ni el olor corporal, ni la altura, ni tener un culete respingón o planisférico... No. Varias encuestas confirman que lo que las mujeres consideran sexy de verdad es que los hombres lean libros. Y además, las parejas de lectores duran más”. No os olvidéis de ese “además: son mejores parejas y estas duran más. Incluso las faltas de ortografía se consideran faltas de educación, como yo he defendido siempre… Me quedé solo con mis argumentos… y mis lecturas. Y esto me trajo a la memoria aquellos turbulentos años del final del Franquismo y los comienzos de la Democracia, en que muchos jóvenes acudían con sus trencas y sus pantalones de pana a tomar una cerveza en Los Caracoles con algún libro en la mano, invariablemente las ‘Poesías Completas’ de Antonio Machado publicadas en Austral, a ver si salían de aquella tan prolongada como inconfesable sequía de relaciones con el sexo femenino. Sin duda, la pose cultureta era un reclamo o, al menos, eso pensaban los tan inocentes como esperanzados que al final no se comían una rosca. Ahora parece que la cosa ha cambiado, y tanto que en tan excelente reportaje (una fotocopia ya está expuesta debajo del cristal de la mesita de noche) se afirma: “el 65% no mantendría relaciones sexuales con alguien que no fuese capaz de distinguir entre 'haber' y 'a ver', 'hecho' y 'echo', 'entorno' y 'en torno'”. Yo siempre he sabido distinguir “haber” y “a ver”, “hecho” y “echo”…, y no cometo faltas de ortografía, me insinúo a mi mujer. “¡Anda! Sujeta este libro -me dice-. Son las ‘Poesías Completas’ de Machado”. Hay días en que es mejor no leer nada, ni revistas.  José López Romero.

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