viernes, 16 de junio de 2023

ORTOGRAFÍA

“Eres bastante culta: no cometes faltas de ortografía y ni siquiera usas abreviaturas. ¿Eres más mayor?”, le comenta un personaje a una anónima chateadora en la novela ‘Nunca pasa nada’ de José Ovejero. Los dos rasgos por los que es calificada de “culta” (no cometer faltas y no utilizar abreviaturas) hace ya mucho tiempo eran requisitos indispensables para aprobar los niveles básicos del sistema educativo. Ahora, en estos procelosos tiempos de los emoticones, de las abreviaturas y de las faltas de ortografía, es decir, del desprecio total y absoluto por nuestra lengua (ya bastante vilipendiada en la misma geografía nacional), ser una persona cuidadosa y, sobre todo, respetuosa con ella es signo inequívoco de ser “mayor”. Y lo más lamentable es que es así. Si no utilizas los mecanismos comunicativos de las redes sociales, en especial las abreviaturas y los símbolos, te delatas: eres un viejo. A ningún joven, en su insano perjuicio, se le ocurriría mandar mensajes a sus amigos como las normas de la lengua establecen, y así lo que se utiliza a diario se convierte a su vez en norma y en signo de distinción por contraposición: lo joven frente a lo viejo y trasnochado. Incluso por ahí andan manuales y estudios sobre este nuevo lenguaje que algunos pretenden elevar a código. No lo verán mis ojos. Pero lo que sí ven todos los días es la perniciosa influencia de este nuevo arte de comunicarse en este tiempo sobre los escritos de nuestros jóvenes, en una despreocupación alarmante por ese arte de la buena escritura y no digamos de la correcta oralidad. Y digo “alarmante” porque no encuentro, ni entre los pliegues de la nueva Ley de Educación (la llamada LOMLOE) ni una referencia a la ortografía, ni a los criterios de evaluación de esta. Es más y como un buen indicativo del respeto que actualmente merece, en la PEvAU (Selectividad) en el examen de Lengua solo se le puede descontar un máximo de dos puntos a un alumno/a por muchas faltas de ortografía que cometa. Quizá tenga toda la razón el personaje de Ovejero: la ortografía ya es propia de la edad, como los achaques, como el dolor de corazón. José López Romero.

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