sábado, 5 de febrero de 2011

EL CALLEJÓN DEL GATO

Si a algún amigo o conocido, en un acto de temeridad, se le ocurriera pedirme que le sugiriera una novela que recree la Roma imperial y la figura de Julio César, yo no dudaría (con permiso de mi amigo Juan Cienfuegos) en aconsejarle “Los idus de marzo” de Thornton Wilder. Novela que, además, tiene como interés añadido su estructura epistolar; cartas por las que vamos conociendo la psicología de los personajes, sus preocupaciones, deseos, sentimientos, etc., y entre los que destaca el poeta Catulo. Pero si ese amigo o conocido, en un ataque de imprudencia manifiesta, persistiera con terquedad en más sugerencias, le aconsejaría el drama de Shakespeare “Julio César” y, en especial, el discurso de Marco Antonio ante la plebe de Roma (magnífico Marlon Brandon en la película de Joseph L. Mankiewicz), o el capítulo dedicado a Cicerón en “Momentos estelares de la humanidad”, de Stefan Zweig. O incluso, si sólo se trata de entrar en contacto con los héroes clásicos el “Coriolano” del mismo Shakespeare. Porque de eso tratan las grandes obras que hemos señalado, de héroes, de hombres grandes que supieron estar más allá de la altura a la que su tiempo les exigía. Y no otra intención tuvieron Wilder, Shakespeare, Zweig y tantos otros escritores, sino poner de relieve, ante la admiración de los lectores, la grandeza de aquellos hombres convertidos en héroes. Como son, por otra parte, el Ulises de la “Odisea”, o el Eneas de Virgilio. Pero ya Valle-Inclán se encargó a principios del siglo pasado de transformar heroicidad en mezquindad, grandeza en miseria. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos del callejón del Gato dan el esperpento: visión degradada de la realidad, transformada con matemática perfecta de espejo cóncavo, cuyos héroes son fantoches y peleles, como don Latino de Hispalis. ¿Cómo, si no es a través de los espejos cóncavos, pudimos leer las entrevistas realizadas a cargos provinciales y nacionales y publicadas en este mismo Diario (véanse domingo 16 de enero y sábado 29 de enero)? Se palpaba en las respuestas de ambos personajes el desprecio por los más básicos principios de democracia, justicia y honradez propios de políticos resabiados y reservones que se refugian en tablas, agachan la cabeza y escarban en los asuntos tenebrosos, no para destaparlos, sino para echarles más tierra encima. Hace ya demasiado tiempo que algunos políticos, lejos de ser héroes, no están ni siquiera a la altura que les exigen los tiempos y los ciudadanos; hace ya demasiado tiempo que la realidad política de nuestra tierra ha pasado por los espejos cóncavos del callejón del Gato, y sólo refleja seres mezquinos y degradados. Yo, como aquel que se acercó a César, les advertiría “guárdense de los “idus de mayo”. José López Romero.

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