(A
Carla, bibliotecaria)
Cuando adolescente
entré en aquella parte de la biblioteca,
me invadió una sensación de curiosidad ante el extraño mundo que se abrió ante
mis ojos, una vez franqueé sus puertas. Había estado en ella otras veces, pero
en la parte de préstamos y lectura pública, y ahora debido a un engorroso
trabajo de Filosofía sobre el padre Gratri, entraba por vez primera en aquella
otra zona, la de la colección patrimonial. El encargado de sala miró desconfiado a aquel grupo de jóvenes
entre los que me encontraba, pensando sin duda que daríamos problemas. Pero no
pudo hacer nada ante aquel permiso que esgrimimos, donde la firma del Director de la biblioteca validaba la
petición de consulta que le hacía nuestro profe de Filosofía. En aquellos
tiempos, ya lejanos, sin Internet, aquellos tomos de una voluminosa historia de
la filosofía y que sólo allí se encontraban, eran nuestra única esperanza de poder terminar el trabajo sobre aquel Gratri que se nos
atragantaba. Pero aparte de Gratri, los días que duraron aquellas visitas,
empecé a descubrir por vez primera un
mundo desconocido que comenzó a ejercer
sobre mí una cierta fascinación. Lo cierto es que allí, pese al silencio, los
extraños y pocos usuarios,
y la vigilancia sobre estos y los libros que pedían, siempre pasaba
algo. Un día podía ser el desalojo de un estante entero de viejos libros, pues
habían encontrado restos de polilla en la madera; otro, la acalorada discusión
con un usuario que no tenía los requisitos para consultar al parecer un libro
rarísimo, y por el que había hecho un largo viaje. Pero la “bomba” fue cuando
aquella tarde lluviosa cogieron in fraganti a un conocido usuario, con una
cuchilla y una lámina recortada en las manos de
un antiguo volumen. Los recuerdos me han asaltado en la despedida de una
amiga bibliotecaria, y he regresado a los orígenes de esta fascinación por
un mundo donde se libran diarias
batallas contra monstruos diminutos o ladrones, donde los sabios se emocionan o
se ha logrado detener el tiempo. Ramón Clavijo Provencio.
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