Llama mi
atención una columna de libros que en perfecto equilibrio yace junto a
contenedores de basura. En realidad lo que me llama la atención en sí no es el
hecho de toparme con unos libros abandonados en la calle –algo lamentablemente
más habitual de lo que pensamos- sino que entre el desorden que observo al pie
de esos contendores, donde parecen apilarse más objetos fuera que dentro de
ellos - bolsas con desperdicios, cartones o restos de muebles destrozados-
estos libros parezcan fuera de lugar, tan ordenados entre el caos y la suciedad.
Pese a que el contenedor azul de papel está a apenas medio metro de ellos,
intuyo que su propietario ha preferido
darles una oportunidad, y quizás llevado por un remordimiento de última
hora, haya dedicado unos instantes en levantar esa columna tan pulcra y
ordenada, para atraer quizás a algún transeúnte. Me acerco. No son libros
valiosos por su antigüedad o bellas encuadernaciones: apenas diez volúmenes en
ediciones baratas de autores tan dispares –alcanzo a leer en sus lomos- como Lindsey
Davis, Mankell, Michael Crichton o Roa Bastos, entre otros. Su interés es el
contenido y sin duda pueden dar momentos de variadas emociones al que los
rescate. Esta escena me trae a la memoria, aquella otra que aconteció en
nuestra ciudad años atrás, cuando un ciudadano ejemplar rescató a los pies de
otro contenedor de basura un ejemplar de “Mystica Ciudad de Dios”, un impreso
del siglo XVIII que depositó en la Biblioteca Municipal donde aún se conserva.
Pero como digo, estos libros no son raros ni valiosos materialmente salvo por
el tesoro que son sus historias, y pese a ello
nadie los profana, ni rompe el perfecto equilibrio de esa columna de
papel, aún cuando son numerosos los transeúntes que pasan ante ellos. La escena
sin duda tiene algo de reverencial, de respeto ante esos modestos libros, y por
tanto hacia lo que representan. Tengo la tentación de recogerlos, pero un
impulso me hace seguir mi camino convencido
–o quiero convencerme de ello- de que esos ejemplares siguen ahí, brillando
entre el desorden y los objetos inservibles, porque el destino les reserva unos
lectores desconocidos que finalmente
aparecerán. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario