sábado, 20 de abril de 2013

LOS OTROS


“Cuando decimos que deseamos un mundo mejor y más feliz, casi siempre queremos decir un mundo mejor y más feliz para nosotros mismos. De algún modo la culpa de nuestros males la tiene siempre el vecino, o el extranjero, o uno de los nuestros que nos traicionó, o el enemigo que acecha fuera de las murallas, es decir, los bárbaros que amenazan con llegar eternamente”, acabo de releer en ‘La ciudad de las palabras’, de nuestro admirado Alberto Manguel, libro que ya reseñamos aquí hace unas semanas. Un libro inteligente de un inteligente escritor que, siempre en el papel de lector atento y avisado, sabe extraer de sus lecturas observaciones que le permiten hacer un análisis más profundo de la realidad o de la literatura, que comparte con sus lectores y del que siempre aprendemos. El pasaje que hemos transcrito procede del último capítulo titulado ‘la pantalla de Hal’, alusión al superordenador HAL 9000 que controla  la nave espacial de la película ‘2001, una odisea del espacio’. El tópico del otro, del bárbaro al que le echamos la culpa de todo lo negativo que nos pasa ya tiene sus buenas manifestaciones literarias en novelas como ‘Esperando a los bárbaros’ de Coetzee (reseñada en esta misma página por mi compañero Ramón) o, menos famosa pero no menos interesante, ‘El desierto de los tártaros’ de Dino Buzzati, obra que tiene versión cinematográfica, como célebre es la película titulada ‘Los otros’ de Amenábar. Por no hablar de la figura del anticristo, permanente amenaza del cristianismo que ya vimos en un artículo anterior a propósito de la publicación de la obra de Hipólito (ed. de Francisco Antonio García Romero). Y no es solo la constante presencia amenazadora de lo desconocido en lo que ciframos el origen de todos nuestros males, sino lo que esto supone de dejación de nuestra propia responsabilidad en lo que nos ocurre. Dicho de otro modo: ponga usted un bárbaro, un ‘otro’ en su vida al que culpar de su desgracia. Y en esto todos tenemos nuestros bárbaros de cabecera. En estos tiempos tan confusos es la crisis en general el otro por excelencia, a ella se le achacan todos nuestros males y en ella se amparan los que no tienen otros argumentos más inteligentes para sacarnos de ella. La oposición ve en el gobierno al ‘otro’, y viceversa, pero ninguno de los dos se unen para hacer que este mundo sea mejor y más feliz para todos. Y así en todos los órdenes de la vida. Sin embargo, no miremos al vecino, ni al extranjero ni miremos por encima de nuestras murallas para ver si vienen los bárbaros, porque nadie nos va a convencer de que no están ahí fuera, el otro está en buena parte en nosotros mismos; en lo que hemos hecho y hacemos todos los días por conservar lo que hemos conseguido o tenemos, o nos han dado graciosamente, es decir, por enchufe, e incluso por mejorar y hacer más feliz nuestro mundo. Es fácil apostarse delante de su casa, empapelar su fachada con nuestras protestas e insultar al bárbaro sobre el que hemos hecho recaer todo el peso de la culpa de nuestros males. ¿La responsabilidad es de los-otros o de nos-otros?.  José López Romero.   

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