No hace mucho leía una noticia en un
periódico de tirada nacional, donde se denunciaba el deterioro de unos jardines
públicos, pulmón verde de una importante
ciudad española donde los niños y mayores,
se escribía , ya no jugaban o leían entres sus alcornoques o jacarandas,
pues se iban imperceptiblemente, años
tras año, convirtiendo en la viva imagen del abandono o, aún peor, de la desidia cuando se levantaban mercadillos
infames aderezados con la música a todo
volumen para ambientar cualquier fiesta de barrio. No hace falta señalar la
ciudad. A todos nos suena mucho lo que denuncian esas líneas, ya que en mayor o
en menor grado se describe una epidemia
que se extiende por las ciudades españolas.
En la misma nota informativa se mencionaba muy de pasada, o mejor se
recordaba, cómo en tiempos pasados no era infrecuente encontrar en los parques
y ciudades una pequeña biblioteca pública, más bien un kiosco, donde los
paseantes podían hacer un alto en el camino, y leer la prensa o iniciar la
lectura de un libro (aún se conservan algunos, como el de la imagen situado en
el Retiro de Madrid). El sosiego, la quietud, que se le presuponía a estos
entornos naturales hasta hace bien poco, los hacía lugar adecuado para la
lectura. En Jerez, como en otras muchas poblaciones, a finales del siglo XIX y
sobre todo durante el primer tercio del siglo XX, se crearon las bibliotecas de
parques y jardines. La primera la de la Alameda Vieja, a la que siguió la del
Retiro. Incluso el reputado arquitecto jerezano Rafael Esteve padre del que
luego sería el bibliotecario y arqueólogo municipal Manuel, diseñó en 1932 el
boceto de lo que se pretendía fuera el modelo normalizado de kiosco biblioteca
para estas zonas verdes de la ciudad. El ambiente que se respiraba en estos lugares lo podemos
palpar más de ochenta años después, en el documental que produjera el Ateneo de
Jerez a finales de los años veinte del siglo pasado, afortunadamente recuperado
y restaurado en formato digital, y donde se observa durante unos segundos al
vigilante del Retiro facilitando unos libros a unos paseantes. ¿Qué libros
albergaban estas pequeñas bibliotecas? Nada de sesudos tratados de las más
diversas disciplinas, y sí novelas de aventuras, cuentos infantiles u obras clásicas
en ediciones populares. Se trataba de
tentar a los paseantes para que
destinaran algo de ese tiempo que disponían
a la lectura; quietud, silencio y tiempo, los tres pilares en que
descansaba la lectura hasta no hace tantos años. En Jerez lamentablemente
aquellas bibliotecas de jardines hace tiempo que desaparecieron -
languidecieron en la posguerra para cerrarse definitivamente en los años
cincuenta- pero se conservan sus libros que actualmente forman parte de los
fondos patrimoniales bibliográficos de la actual Biblioteca Municipal Central. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
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