“Un hombre de buen gusto no vive ya a mi
edad”, confesaba Imre Kertész en una reciente entrevista publicada en una
revista cultural, pocos días antes de su reciente fallecimiento, sucedido el
pasado 31 de marzo. Esta frase del escritor húngaro, premio Nobel de Literatura
del año 2002, me recordó en cuanto la leí que en parecidos términos se
pronunciaba un Miguel Delibes “puesto ya el pie en el estribo”, a sus casi
noventa años que no llegaría a cumplir. A sus ochenta y seis años, Kértesz
consideraba ya por simple cuestión de elegancia y caballerosidad no molestar
más a la humanidad con su presencia, y para eso acababa de publicar en
Acantilado “La última posada” o, lo que es lo mismo, sus diarios que abarcan la
primera década del siglo actual. Y cuando alguien a esa edad ya piensa dar por
cerrada su vida, sus familiares, incluso él mismo, se consuelan ante la
plenitud de una existencia vivida hasta el final: ha crecido, ha formado una
familia, ha visto crecer a sus hijos, y en estos casos (el de Kertész, el de
Delibes) han sido testigos privilegiados de su tiempo, que han sabido con maestría
literaria plasmar en sus obras, convertidas así en crónicas, a veces
descarnadas de unos acontecimientos que también les tocó sufrir. Porque esa
vida plena también se ha cobrado su buena parte de desgracias: ambos escritores
fueron víctimas cuando aún eran unos niños de los estragos de la guerra, y en
el caso de Kertész hasta la deportación en los campos de exterminio nazi.
Testigos de un tiempo no siempre amable para ser vivido, pero también
protagonistas de otros momentos que inscriben a ambos autores con letras de oro
en la historia de la literatura. Quizá un hombre de buen gusto no quiera ya
vivir a los años que cargaba a sus espaldas Imre Kertész, pero sus lectores le
agradeceremos de seguro su obra, su compromiso humano, el ejemplo en definitiva
que nos ha ido dando a lo largo de toda su vida, el mismo ejemplo que admiramos
en Delibes. Porque a un escritor, como a cualquier profesional, no se mide solo
por la calidad de su obra, sino también por la trascendencia de esta en sus
contemporáneos y en las generaciones futuras, y en esto tanto Kertész como
Delibes alcanzan una altura impresionante. Pero a los sesenta y ocho años no
debemos aún consentir a la muerte que se lleve a uno de los más grandes, no
debe darse por acabado el tiempo, no es de buen gusto que te llegue la hora tan
temprano. Fue a esa edad hace unos meses que nos dejó Johan Cruyff, sin duda un
Nobel del fútbol, protagonista de excepción de una época de este deporte, cuya
influencia como jugador y como entrenador aún perdura, y que también ha
plasmado en libros (unos cinco he contado en la red). Y los que somos amantes
del balompié y vimos jugar y sufrimos, por nuestros colores, a Cruyff no
dejamos de reconocer que es una figura excepcional del deporte, como Kertész,
como Delibes para la literatura. José López Romero.
Una biblioteca es lo más parecido a un laberinto, un laberinto lleno de libros, de mundos por descubrir.En homenaje a las bibliotecas y a la lectura , preside la cabecera de este blog un dibujo del pintor jerezano Carlos Crespo Lainez: "Noche de lectura".
LECTORES SIN REMEDIO
Este blog tiene su origen en la página semanal de libros de "Diario de Jerez", "lectores sin remedio", que llevamos escribiendo desde el año 2007. Aunque el blog no es necesariamente una copia de la mencionada página, en él se podrán leer artículos que aparecen en ella. Pero el blog, por supuesto, pretende ser algo más... Los responsables son los dos lectores sin remedio, de los que facilitamos la siguiente información: Ramón Clavijo es Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla y es actualmente Técnico Superior Bibliotecario del Ayto. de Jerez de la Frontera. Está especializado en fondos bibliográficos patrimoniales. José López Romero es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y actualmente es Catedrático de Lengua y Literatura en el I.E.S. Padre Luis Coloma de Jerez de la Frontera. Especializado en la literatura dialógica del s. XVI y en la novela del s. XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario